Justificación
En el interior de cada una de nuestras células habitan dos tipos de material genético, el ADN nuclear y el ADN mitocondrial. Como su nombre lo indica, el primero está localizado en el núcleo de la célula y se encarga del mantenimiento, estructura y función de la célula. El ADN mitocondrial, por su parte, se localiza en unos pequeños, pero muy importantes orgánulos celulares que se encuentran fuera del núcleo de la célula: las mitocondrias.
Hoy sabemos que las mitocondrias se incorporaron a la célula hace aproximadamente 2 mil millones de años y desde entonces juegan un papel fundamental: proveer a la célula de la energía necesaria para llevar a cabo sus funciones. Las mitocondrias son nada menos que la fuente de poder de la célula, generando la energía química necesaria para activar sus reacciones bioquímicas.
Además de su función, otras diferencias entre el ADN mitocondrial y el ADN nuclear son su tamaño, su arreglo y la forma en la que se transmiten de generación en generación. El ADN mitocondrial es circular, consta de aproximadamente 16 mil pares de bases, contiene 37 genes y cada célula tiene aproximadamente 1000 mitocondrias. Algunos tipos de células tienen diferentes cantidades de mitocondrias porque necesitan más energía, por ejemplo, los músculos, el hígado, el riñón, y en cierta medida, el cerebro.
El ADN nuclear es lineal, tiene entre 20,000 y 25,000 genes y una longitud total aproximada de 3,200 millones de pares de bases, empaquetado en 23 pares de cromosomas, uno heredado por nuestro padre y otro heredado por nuestra madre, esto significa que el ADN nuclear es una mezcla del ADN de nuestros padres.
Hoy sabemos que las mitocondrias se incorporaron a la célula hace aproximadamente 2 mil millones de años y desde entonces juegan un papel fundamental: proveer a la célula de la energía necesaria para llevar a cabo sus funciones. Las mitocondrias son nada menos que la fuente de poder de la célula, generando la energía química necesaria para activar sus reacciones bioquímicas.
El ADN mitocondrial
El linaje materno
A diferencia del ADN nuclear, el ADN mitocondrial se transmite sólo por vía materna. La razón es que cuando el óvulo y el espermatozoide se fusionan, el óvulo es el único que porta consigo las mitocondrias. Las mitocondrias en el espermatozoide se encuentran en su parte intermedia o cuello y se pierden durante la fecundación, sin embargo, son las responsables de producir la energía necesaria para que éste se desplace.
Que el ADN mitocondrial se transmita sólo por vía materna, significa que todos los hermanos tenemos exactamente el mismo ADN mitocondrial que tiene nuestra madre, y que tiene nuestra abuela materna, y nuestra bisabuela materna, y nuestra tatarabuela materna, es decir, que compartimos el mismo ADN mitocondrial con todo nuestro linaje materno.
A pesar de que ADN mitocondrial se transmite “intacto” de generación en generación, a lo largo de la evolución han ocurrido un sinfín de mutaciones, que podemos observar como cambios en la secuencia. En 1987, Allan Wilson y colaboradores secuenciaron parcialmente –por primera vez– el ADN mitocondrial de diversas personas de todo el mundo. Al comparar las variaciones entre secuencias fue posible reconstruir la genealogía del linaje materno. Genealogía que nos remonta hasta los orígenes de la especie humana en África y desde allí, a su subsiguiente dispersión por toda la superficie del planeta.
Las mutaciones identificadas constituyen lo que conocemos como marcadores, que a su vez pueden caracterizar un haplotipo, y así, un conjunto de haplotipos relacionados forma un haplogrupo. Los haplogrupos han recibido una nomenclatura que los identifica con letras. De manera general, estos haplogrupos tienen una distribución geográfica teórica. Por ejemplo, a las poblaciones del continente americano corresponden cinco haplogrupos (A, B, C, D y X) y gracias a las dinámicas demográficas de migración y mestizaje, observamos la presencia de haplogrupos provenientes de otras regiones mundiales. A través de los haplogrupos podemos leer una historia que nos habla de los orígenes de nuestras ancestras.
Haplogrupos
Migraciones humanas
El ADN nuclear y el ADN mitocondrial nos relatan historias distintas:
ESTUDIANDO EL PRIMERO, de manera simplificada, la población mexicana está conformada por tres principales componentes ancestrales:
- Un componente de origen nativo americano (aprox. 55%).
- Un componente de origen europeo (aprox. 42%).
- Un componente africano (aprox. 3%).
Donde cada uno de éstos presenta a su vez una subestructura genética (Silva-Zolezzi et al. 2009, Moreno-Estrada et al. 2014).
Sin embargo, ESTUDIANDO EL SEGUNDO, el:
- 93% (aprox.) de los haplogrupos son de origen nativo americano
- 6% (aprox.) son haplogrupos de origen europeo y el
- 1% (aprox.) son de origen africano (Guardado-Estrada et al. 2009).
Diferencias
Historias
Relaciones
Si consideramos que el número de ancestros se duplica retrospectivamente de generación en generación, todos, sin excepción, tenemos dos padres biológicos, 4 abuelos, 8 bisabuelos, 16 tatarabuelos… 1028 ancestros apenas 10 generaciones atrás.
El ADN nuclear puede o no, contener información de todos estos ancestros y ancestras. Sin embargo, el ADN mitocondrial nos relata la historia de una y solo una de estas hebras, aquella formada por eslabones de mujeres que nos anteceden, así, nos cuentan una historia de mujeres.
Histórica y sistemáticamente las mujeres han sido situadas en una posición de desventaja con relación a casi todos los aspectos de la vida en sociedad, y uno de los mecanismos más socorridos para este fin ha sido la invisibilización, por ejemplo, en muchas culturas los descendientes únicamente adquieren el apellido paterno. En esta propuesta señalamos y resaltamos al ADN mitocondrial como punto de partida para pensar el universo simbólico, político, civil y social de la mujer y desde allí cuestionar la realidad actual y el pasado.
Partimos de un elemento que podría parecer oculto, para desde allí hacerlo enfáticamente visible, para repensar, cuestionar, replantear y proponer desde el arte, otras formas posibles de mirar, sentir y habitar el mundo. Paradójicamente, pretendemos desde esta propuesta, desdibujar la linea que divide y ha dividido a la sociedad en dos grupos definidos por su sexo biológico, en una marcada desigualdad. Nos proponemos decididamente desinvisibilizar a nuestras mujeres y reconfigurar su estar en todos los ámbitos públicos y privados.
Es así que nos resulta no sólo prudente sino urgente, presentar en esta exposición la mirada, el sentir y la reflexión de artistas, sin importar sexo o género, que fundamenten su obra indagando en su propio linaje materno, pero también abrir espacios de diálogo, intercambio de saberes y prácticas artísticas, antropológicas y científicas, así como laboratorios de creación colectiva transdisciplinaria, para desde allí dar cuenta y proponer, desde el arte, aspectos sociales que competen a la humanidad entera.